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Ce de cactus

El tendedero

El tendedero Estaba Claudia tumbada en el césped perdiéndose en el cielo. Cuando empezaba el frío siempre tenía que discutirse consigo misma y poner un poco de orden en su cabeza. Aireaba las ideas polvorientas y apolilladas encerradas en su psique demasiado tiempo, y las tendía al sol, para abrillantarlas y nutrirlas con especial cariño. Desmarañándolas de su letargo, cobraban vida. ¿Pero dónde tenderlas?

Ese día el tendedero de la conciencia estaba repleto, así que optó por colgarlas en el de las pasiones, allí supuso que se secarían sin ninguna dificultad. Pero entonces, por mala estrella, una idea perdió la pinza que la sujetaba, precipitándose al vacío sin ningún remedio.

Desde aquel momento las otras ideas se niegan a secarse en el tendedero de la pasión. Toda una tragedia. Tal vez por eso, Claudia ya no sabe amar.

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